B52

Αἰὼν παῖς ἐστι παίζων, πεσσεύων· παιδὸς ἡ βασιληίη.

«El tiempo es un niño que juega a la taba: de un niño es el mando».

Interpretación

Hay dos concepciones del tiempo, a saber: «Por una parte, el aión, el tiempo de los hombres, ese tiempo que juega: El tiempo es un niño que juega a las damas; ¡a un niño pertenece el juego!” (Diels, 52). Por otra parte, el tiempo totalizado que trae la kátharsis mediante el fuego: “El fuego vendrá a hacer justicia sobre todas las cosas […]”; en este fuego “encontrará toda cosa su encaje (antamoibé), como en una moneda de oro” (Diels, 90).»1 La conflagración universal supone el castigo del tiempo-niño. Es el tiempo totalizado el «[…] encargado de la misión suprema de la antamoibé2. El aión representa “el tiempo de la vida del hombre” y no tiene finalidad ninguna –juega a las tabas (o las damas)–. Por contra, “el tiempo totalizado” realiza la δίκη (justicia).

Pero lo anterior es sólo una de entre las muchas interpretaciones que se han dado de este fragmento, interpretaciones que divergen sobre todo a causa del significado que se debe atribuir a aión. Si vamos a Calvo, encontraremos ahí, en su libro, una interpretación radicalmente opuesta a la que acabamos de visitar. Con el pensador español tenemos un concepto de aión que, frente al de chrónos, apunta a un tiempo que no pasa, esto es, a la eternidad. Y es que aión deriva del adverbio aieí (siempre), por lo que aión puede considerarse como el tiempo todo de una vez, en tanto que chrónos se refiere al tiempo que pasa.

¿Entonces cómo vamos a entender este fragmento si no tenemos claro qué es eso del aión? Acaso una buena respuesta a esta pregunta la podemos encontrar en el libro de Mondolfo, una respuesta de perfil escéptico:

Una suspensión del juicio reclamó en cambio Gigon (Untersuch., 74 ss. y 122): no se ha dado ninguna explicación satisfactoria del fragmento, dice; no podemos decir qué cosa es aquí Aión y no nos ayudan ni las investigaciones de Wilamowitz (Hemkles, II, 155) sobre la relación entre él y Chronos, ni las apelaciones al orfismo (puesto que el fragmento parece demasiado personal); no sabemos qué quería expresar la imagen del niño que juega, ni si está en relación con los fragmentos de la guerra y de la lucha: es un fragmento que queda como un problema, «frente al cual debemos capitular».3

Pero si queremos abandonar el anterior escepticismo, podemos investigar las numerosas lecturas que afirman saber qué dice Heráclito en este paso y, a partir de ellas, hacer nuestra propia lectura, la cual, por decir así, se apuntará probablemente a alguna de aquéllas.

Marzoa, por ejemplo, lejos de dejarse arrastrar por el referido escepticismo interpretativo, llega a identificar aión con lógos, physis y moira. Escuchemos al pensador español cuando nos habla de un modo un tanto críptico del problemático aión:

Ello es «un niño que juega». ¿Por qué? Precisamente porque es lo más primario, el fundamento que no puede remitirse a nada («ninguno de los dioses ni de los hombres lo hizo»), que no tiene más ley que la que él mismo es, que, por tanto, es irresponsable e inocente. El fundamento mismo es infundamentado, la ley misma no es nada legal, la esencia misma del porqué no puede tener porqué. En otras palabras: el ser no puede explicarse a partir de ningún ente, no es nada ente; el ser no puede explicarse a partir de nada, no es nada, se nos escapa.4

1Daraki, 2008

2Ibíd.

3Mondolfo, 1966.

4Marzoa, 2013.

Un comentario sobre “Problemático «aión»

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