F. Moa

De ordinario se observa en cada filósofo un vínculo con uno o más maestros (=educadores). Pongamos un ejemplo: Husserl, uno de los maestros de Heidegger. El alumno, como suele ocurrir en estos casos, dijo en muchas cosas sí al maestro, pero al cabo acabó diciéndole no en muchas otras. Pero también podemos pensar en un filósofo que sea causa sui, o sea, que no haya tenido educadores. ¿Es esto posible? Nietzsche decía que el causa sui era algo así como la mejor contradicción excogitada hasta la fecha, y, además, la fuente de una pura libre voluntad. Y ya sabemos que para el viejo filólogo situado más allá del bien y del mal, lo puro no era sino una ilusión1. ¿Pero por qué saco a colación esta causa sui? Porque podemos pensar en aquel filósofo que es causa sui y, en justa consecuencia, un filósofo que se…

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