Conocer lo semejante

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Había un principio en aquella antigua Grecia, una suerte de regla humana que decía: lo semejante conoce a lo semejante. ¿Y qué hay más semejante que uno mismo respecto a sí mismo? Mas es sabido que para conocerse hay que buscarse, investigarse. Tal investigación de uno mismo partirá siempre de una sospecha que abrirá las puertas a un ἀγών del que nos habló Epícteto. También son semejantes los humanos, quienes se identifican desde una verticalidad cuya sombra es la diferencia. La antropología no quiere comparar pero no deja de comparar, y en tal tarea comparativa ella identifica lo similar y lo diferente, dejando al descubierto una escisión por la que se precipita mortalmente el conocimiento de un nosotros.

Aquel mundo del estructuralismo observó a los humanos y pensó ver en ellos algo similar a lo que ya había visto Heráclito hacía unos dos mil quinientos años, a saber: lo…

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Eterno ser (Heráclito y Parménides)

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Con Parménides la eternidad ha “liquidado” la posibilidad de un pasado y un futuro en el que pueda desarrollarse, por decir así, el devenir:

El Ser es eterno e inmóvil y es lo único que existe. Por tanto, el Ser es uno (ἕν) y queda descartada la posibilidad de que haya un tiempo en el que pueda acontecer algún cambio. El Ser ni fue alguna vez ni será (οὐδέ ποτ᾿ ἦν οὐδ᾿ ἔσται)1, sino que es siempre y en todo momento el mismo.2

Escuchemos a Kirk y Raven sobre la cuestión del “tiempo” parmenídeo:

Es probable que lo que Parménides pretenda adscribir a lo que es sea una existencia en un eterno presente no sometido a distinciones temporales de ninguna clase.3

Guthrie, por su parte, nos habla del ser de Parménides como una realidad sin límites temporales que resulta radicalmente opuesta a la idea del

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Señales (Heráclito y Parménides)

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Heráclito y Parménides nos hablan de señales, unas señales a partir de las cuales el hombre puede desvelar la realidad tal como es. En los primeros versos del fr. 8 del poema del eléata la diosa dice:

Un solo relato acerca del camino queda todavía: cómo es.

Sobre este camino hay múltiples señales:

que el Ser es ingénito e imperecedero,

pues es íntegro, y sin temblor y sin final;

ni fue alguna vez ni será,

puesto que es ahora todo al mismo tiempo, uno, continuo […]

Μόνος δ᾿ ἔτι μῦθος ὁδοῖο

λείπεται ὡς ἔστιν· ταύτῃ δ᾿ ἐπὶ σήματ᾿ ἔασι

πολλὰ μάλ᾿, ὡς ἀγένητον ἐὸν καὶ ἀνώλεθρόν ἐστιν,

ἐστι γὰρ οὐλομελὲς καὶ ἀτρεμὲς ἠδ᾿ ἀτέλεστον·

οὐδέ ποτ᾿ ἦν οὐδ᾿ ἔσται, ἐπεὶ νῦν ἔστιν ὁμοῦ πᾶν,

ἕν, συνεχές […]1

La diosa advierte que hay muchas señales (σήματα) a partir de las que un hombre afortunado-preparado como Parménides puede ver

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Fue, es y será (Heráclito y Parménides)

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El ser de Parménides está “situado” en una actualidad permanente, esto es, en la inmutable eternidad. Y la diosa del poema explica al muchacho –a Parménides– esta situación digamos que atemporal como sigue:

ni fue alguna vez ni será,

puesto que es ahora todo al mismo tiempo, uno, continuo;

οὐδέ ποτ᾿ ἦν οὐδ᾿ ἔσται, ἐπεὶ νῦν ἔστιν ὁμοῦ πᾶν,

ἕν, συνεχές·1

He marcado en negrilla los tres tiempos verbales a los que recurre el eléata en su poema para explicarnos la implacable actualidad del ser. El verbo ser (εἰμί) se expresa aquí en pasado (fue [ἦν]), presente (es [ἔστιν]) y futuro (será [ἔσται]). Por otro lado, tenemos a Heráclito que nos expone su serde múltiples nombres del siguiente modo:

Este mundo, el mismo para todo, no lo hizo ninguno de los dioses ni de los hombres, sino que fue eternamente, es y será

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El siendo del ser (Heráclito y Parménides)

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Hemos visto que tanto con Heráclito como con Parménides se distingue el mundo del devenir (de lo que aparece) de una naturaleza única que para el efesio es el lógos y para el eléata el ser1. El lógos del de Éfeso es el ser (ἐόν) y representa, «[…] de hecho, lo más cerca que Heráclito se situó respecto a una arché como la de sus predecesores.»2 En cuanto al ser del eléata:

Con Parménides «[…] la palabra que dice el arché es precisamente el ser-infinitivo: el eînai que es lo mismo (tò autó) que el pensar (del voeîn). Por lo que ontología y henología se vinculan necesariamente» (Oñate, 2004, p. 232). El Ser (τὸ ἐόν) de Parménides es todo y al mismo tiempo lo único, es uno (ἕν).3

Ambos pensadores, a pesar de la distancia que los separa en…

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Perdidos en la parcialidad (Heráclito y Parménides)

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Tanto Heráclito como Parménides están de acuerdo en que nada surge de la nada (“ex nihilo nihil fit”). Pero esto no tiene nada de extraño, todo lo contrario, en esta cuestión todo el pensamiento griego está de acuerdo:

“Ex nihilo nihil fit” era un axioma del pensamiento griego, como observaba Aristóteles. “La generación a partir de lo no existente es imposible; todos los filósofos de la naturaleza están de acuerdo con esto” (“Phys.” 187a34).1

Y así en el poema de Parménides, en su vía de la verdad, la diosa llega a concluir que es imposible que partiendo de la nada (τοῦ μηδενὸς ἀρξάμενον)2 haya nacido el ser. Pero no sólo eso, además el ser en ningún momento ha llegado a hacerse (γίγνεσθαι). ¿Cómo es esto posible? Porque el ser que postula Parménides es eterno.

De ordinario escuchamos siempre hablar del ser de Parménides, ¿pero qué pasa con…

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Un punto de vista superior (Heráclito y Parménides)

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La interpretación tradicional se alimenta de la oposición entre Parménides y Heráclito, y esta oposición obliga a tener que elegir entre uno y otro desde una perspectiva filosófica. Pero en esto se intuye una sospechosaobligación que podemos vislumbrar cuando Morey explica:

Durante mucho tiempo ha sido un tópico de la filosofía escolar la oposición entre Parménides y Heráclito; la Doctrina del Ser y la del Devenir –dos opciones entre las que debería escoger toda filosofía […]. Se ha llegado incluso a entender que el poema de Parménides estaba directamente motivado por la tesis de Heráclito: como si Parménides hubiera pretendido refutar de modo contundente el panta rei (todo fluye) heracliteano –cosa que parece poco probable. Conviene sin embargo, no exagerar esta oposición hasta el punto de leer a Parménides en función de Heráclito y viceversa.1

Si queremos dejar a un lado la exageradaoposición que de ordinario se

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Oposición Heráclito-Parménides: el inicio de un camino

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Tenemos en aquel mundo del pensamiento inicial griego1 a dos profetas de la verdad que de algún modo constituyen en gran medida el fundamento de la filosofía occidental. Estos profetas son Heráclito y Parménides. Escuchemos a Heidegger:

Según la cronología, han trascendido dos mil quinientos años desde el comienzo del pensar occidental. No obstante en el pensar de ambos pensadores [Παρμενίδης καὶ Ἡράκλειτος] nunca ha sido afectado por el paso de los años y los siglos.2

¿Pero por qué los llamo a Heráclito y Parménides profetas de la verdad? Me he permitido tomar esta expresión de Nietzsche cuando explica:

Mientras que en cada palabra de Heráclito se expresan el orgullo y la majestad de la verdad –de la verdad captada mediante la intuición, no de aquella que se alcanza con la escala de la cuerda de la lógica–; mientras que con sibilino embeleso Heráclito contempla, pero no…

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El salto parmenídeo de la Luna al Ser

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Parménides: Un salto de la Luna al Ser de [Francisco Javier Font Moa]

El salto parmenídeo de la Luna (objeto concreto) al Ser (objeto universal) forma parte, si se puede decir así, del proceder de la filosofía inicial griega que Aristóteles describe en estos términos:

Lo que en un principio movió a los hombres a hacer las primeras indagaciones filosóficas fue, como lo es hoy, la admiración. Entre los objetos que admiraban y de que no podían darse razón, se aplicaron primero a los que estaban a su alcance; después, avanzando paso a paso, quisieron explicar los más grandes fenómenos; por ejemplo, las diversas fases de la luna, el curso del sol y de los astros y, por último, la formación del Universo.1

Precisamente esto es lo que hace Parménides al estudiar la Luna: trata de explicar sus cambios (παθήματα), o sea, sus diversas fases y, a partir de pruebas empíricas que obtiene de este admirar la Luna elabora una suerte de…

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