Invitación a pensar por uno mismo (Parménides)

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En las primeras páginas de este trabajo se dice:

La Verdad que le revela la diosa [a Parménides] está más allá de la cotidiana experiencia humana. Los hombres mortales interactúan con un mundo de pareceres, siendo estos pareceres el modo en cómo la Verdad se muestra a los referidos mortales. Pero este modo de mostrarse la Verdad es un modo imperfecto, parcial, insuficiente y, en justa consecuencia, los hombres mortales sólo se percatan de una minúscula verdad y no de la Verdad que la diosa revela al héroe del poema. Sí, los pareceres forman parte de la Verdad, pero la Verdad es mucho más que esos pareceres. Por tanto, el héroe va más allá de la experiencia humana (mortal) para situarse en un ámbito sobrehumano, el único ámbito en el que la Verdad se muestra entera, bien redonda, sin temblor.

El ámbito sobrehumano es el divino. ¿Y qué decir de…

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La práctica henológica

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La henología (lógos del hén [lógos del uno]) resulta inseparable de la ontología (lógos de la entidad [lógos de la entidad]) en los pensadores iniciales griegos. En términos generales, la onotología presocrática se caracteriza por la henología y así tenemos a Parménides con su ser-uno y a Heráclito con su lógos-uno1. Dicho en unas pocas palabras: la práctica henológica reúne la realidad en una unidad (el Uno). Pero es necesario señalar que esta práctica henológica empieza antes del nacimiento de la filosofía griega. En efecto, en el mito arcaico ya se practicaba la henología y con la llegada de la filosofía se añadió una nueva práctica henológica.

La práctica henológica se mantiene así como el modo por excelencia de regular las cosas múltiples del devenir, y como el mundo mismo por el cual se instaura la sabiduría desde el nacimiento de la filosofía…

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El deber del pensador (Parménides)

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La diosa verdad –así llama Heidegger a la diosa innominada, lo cual ya ha quedado constatado anteriormente– es una diosa imperativa. Y tenemos diversos ejemplos de ello en el poema para poder afirmar tal cosa. Examinemos estos versos de B6:

Es preciso decir y pensar que el Ser existe, pues existe, pero la nada no existe

Y esto te ordeno que aprendas.

Y observemos este paso en B8:

Pues, ¿qué origen le buscarás? ¿Cómo, de dónde habría nacido?

No te permitiré decir ni pensar que del no-Ser,

pues no es decible ni pensable que no es.

Con los anteriores ejemplos queda claro que la diosa verdad tiene la palabra y «[…] decide todo sobre el pensador y lo que tiene que ser pensado.»1 Digamos que la revelación de la diosa verdad encauza las futuras experiencias del pensador: «La diosa saluda al pensador, quien ha llegado a…

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Inmovilizados para siempre (Parménides)

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El Ser es eterno e inmóvil y es lo único que existe. Por tanto, el Ser es uno (ἕν) y queda descartada la posibilidad de que haya un tiempo en el que pueda acontecer algún cambio. El Ser ni fue alguna vez ni será (οὐδέ ποτ᾿ ἦν οὐδ᾿ ἔσται)1, sino que es siempre y en todo momento el mismo. La temporalidad y el cambio, tal como podemos comprobar en lo que se dice en los primeros versos de B8, quedan fuera del guión doctrinal parmenídeo:

Es probable que lo que Parménides pretenda adscribir a lo que es sea una existencia en un eterno presente no sometido a distinciones temporales de ninguna clase.2

Las distinciones temporales sólo se pueden dar si hay algo que distinguir, pero el Ser –la única realidad– es ahora todo al mismo tiempo, uno, continuo3. La uniformidad de esta realidad parmenídea…

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El eterno, íntegro, inmóvil y solitario Ser (Parménides)

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Exploremos el inicio de B8:

Un solo relato acerca del camino queda todavía: cómo es.
Sobre este camino hay múltiples señales:
que el Ser es ingénito e imperecedero,
pues es íntegro, y sin temblor y sin final

La diosa innominada propone examinar el Ser, esto es, sus atributos, a partir de las múltiples señales existentes1. Se trata, pues, del camino del Ser, o lo que es lo mismo: el camino de la verdad. Cuando el relato (μῦθος) nos dice que el Ser es ingénito e imperecedero, nos está diciendo que el Ser es eterno. Y es que, ¿cómo podría tener principio o fin? «Ello equivaldría a afirmar que antes de ser era no-ser; o que después de ser pasará a no ser –lo cual implica vulnerar la regla y afirmar que el no ser es.»2 Dicho de otro modo, si el Ser no fuese eterno, entonces…

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En la penumbra del Ser (Parménides)

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En B7 podemos comprobar cómo la diosa innominada pone de manifiesto de un modo diáfano la distinción entre los engañosos sentidos que llevan al error y la falsedad y el de la recta razón que conduce a quien se aplica en ella a la verdad:

Pues nunca se impondrá esto:
que existe lo que no es.
Pero tú aparta el pensamiento de este camino de búsqueda;
y que el hábito muy ejercitado no te fuerce, a través de este camino,
a atender al ojo sin tino, al oído que retumba y a la lengua,
sino juzga razonadamente el muy disputado argumento por mí expuesto.

Lo que “no es” (μὴ ἐόντα) queda traducido por Oñate como “no siendo”1 y con Marzoa como “no-ser”2. ¿Pero a qué se refiere la diosa con lo que “no es”, “no siendo”, “no-ser”? La respuesta la podemos encontrar en la siguiente frase de…

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Bicéfalos (Parménides)

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Centrémonos ahora en B6 en su totalidad:

Es preciso decir y pensar que el Ser existe, pues existe, pero la nada no existe
Y esto te ordeno que aprendas.
Así pues, primero desde este camino de búsqueda,
pero después sobre aquel en el que se extravían los mortales que nada saben,
bicéfalos, pues la impotencia en sus pechos rige una mente errante.
Son llevados sordos y ciegos a la vez, pasmados, turba sin juicio,
para quienes ser y no ser es tomado por lo mismo y no lo mismo,
de todos es propio un camino regresivo.

En este fragmento nos volvemos a encontrar el camino de la verdad que en B2 se enuncia como: ‘que el ser existe y que no puede no existir’. En B2 se enunciaba otro camino, que podemos llamar del error: ‘que el ser no existe y que no puede no existir’. Y ahora en B6…

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Un requerimiento para la autenticidad humana (Parménides)

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En los primeros versos de B6, la diosa innominada insiste en la vía de la Verdad ya referida en B2 (‘que el ser existe y que no puede no existir’), pero aquí añade algo nuevo, a saber, un requerimiento esencial para que el ser humano sea, por decir así, auténtico. Veamos los primeros versos de B6:

Es preciso decir y pensar que el Ser existe, pues existe,
pero la nada no existe. Y esto te ordeno que aprendas.

Χρὴ τὸ λέγειν τε νοεῖν τ᾿ ἐὸν ἔμμεναι, ἔστι γὰρ εἶναι,
μηδὲν δ᾿ οὐκ ἔστιν · τά σ᾿ ἐγὼ φράζεσθαι ἄνωγα.

El mencionado requerimiento lo introduce el verbo χρή (es preciso, se requiere). ¿Pero qué quiero decir con que se trata de un requerimiento esencial para posibilitar la autenticidad del ser humano? Básicamente una cosa: «El pensamiento y el lenguaje no pueden producirse sin referirse a algo que sea

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Adherido al Ser (Parménides)

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Continuamos en la oscuridad parmenídea con el fragmento B4 –Kirk y Raven señalan que este fragmento es una oscura exhortación a contemplar la verdad1–. Veamos que se nos dice en este fragmento:

Mira que incluso lo ausente está firmemente presente al pensamiento:

En efecto, no podrás separar el Ser de su estar adherido al Ser,

ni dispersándolo por todas partes con arreglo al orden,

ni componiéndolo.

Parménides, a través de la diosa innominada, se está refiriendo a la indivisibilidad del Ser: todo es uno. El pensamiento, tal como apunta Marzoa, se hace cargo del Ser y, por tanto, digamos que el pensamiento se hace cargo de que Aquél no admite corte ni yuxtaposición, pues el Susodicho «[…] es uno para todo2 Lo presente (παρεόντα) y lo ausente (ἀπεόντα) forman parte del Ser, es decir, «[…] no se puede ser aquí y no ser en…

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