Mas allá de los límites de la lógica

Heráclito de Rubens (1577-1640)
Heráclito de Rubens (1577-1640)

Nos habla Heidegger de «un pensador que pensó el λόγος antes de Platón y Aristóteles y que lo pensó, quizás, de manera tan esencial que la palabra λόγος constituyó la palabra fundamental de su pensar: Ese pensador es Heráclito»1. Es un error, nos advierte el filósofo alemán, pensar el λóγος como enunciado, como lógica: El λóγος es la «palabra con la cual [Heráclito] designó el propio ser, lo uno unificador de todo ente». Y es que, en efecto, el λóγος va más allá de la lógica, pues la lógica, por sí misma, no puede constituir una φύσις, un κόσμος que, tal como se dice en B30, no lo hizo ninguno de los dioses ni de los hombres. Es por ello que cuando el filósofo de Éfeso despliega su doctrina de contrarios, no hay nada más equivocado que remitirse a la severa lógica aristotélica para exclamar: ¡Es imposible eso que dice Heráclito! Marzoa es muy claro en esta cuestión: «Los contrarios no lo son ‘lógicamente’»2. Y así, deslindándose el efesio de ese mundo abstracto y “afísico”, puede decir con toda rotundidad verdadera que los contrarios son lo mismo porque «esto de un golpe es aquello y de nuevo aquello de un golpe es esto»3. Esta identidad en los contrarios que nos lleva a lo común, vuela libre sin la carga de la lógica. Un fragmento que me llama la atención para este asunto es el B103: «En la circunferencia de un círculo se confunden el principio y el fin». Acaso este último fragmento sea una expresión irónica del filósofo inicial griego, pues, ¿acaso no cabe esperar lógica en el mundo de la geometría? Sea como fuere, Heráclito no está aquí para lógicas matemáticas ni para lógicas metafísicas. El λóγος desborda toda lógica, y esto es así porque la realidad, en efecto, va más allá de la lógica que un hombre pueda concebir. Si fuésemos nosotros unos convencidos seguidores de la doctrina de Heráclito, acaso podríamos decir con nuestro griego de primero de bachillerato: ἡ ἀρχὴ ἐν τῷ Κύκλῳ τὸ πέρας ἐστί (El principio es el fin en el círculo). Dando a entender, así, con la ironía del maestro , que la complejidad de lo que palpita en cada átomo de realidad no se aviene con una lógica que tiene que reconocer, en fin, sus limitaciones para describir lo que hay en el mundo o el mundo mismo.

1Heidegger, 2012 (I).

2Marzoa, 2013.

3Ibíd. En referencia a B88.

¿Cuál es la verdad de Heráclito?

Heráclito tiene muchos detractores. Pero ya se sabe, «los perros ladran al que no conocen»1. Pocos hombres, entre los cuales no encontraremos a ninguno de esos detractores, son capaces de contemplar la unidad, el uno. Es manifiesto, a juicio de Heráclito, que solo «para los despiertos el κόσμος es uno y común»2. Pero, ¿qué es el uno? «Uno (es) τὸ σοφόν, ser capaz del juicio que gobierna todo de un lado a otro»3, es el fuego, es el logos. Heráclito fue llamado el oscuro por su modo de escribir4, pero, en opinión de Nietzsche, «es probable que jamás haya existido un hombre que escribiera tan clara y brillante»5. Para el filósofo alemán Heráclito es uno de esos pocos filósofos poseedores de la verdad, y por ello dice: «el mundo necesita eternamente de la verdad; de ahí por qué necesita eternamente a Heráclito»6. Con todo, ¿Cuál es la verdad de Heráclito? El eterno devenir, el inexorable cambio, la permanente lucha de contrarios gobernada por el logos (por el fuego)7, el «mundo eterno cuya esencia es el cambio constante y la pluralidad»8.

La verdad está en el cambio. Por tanto, prever el cambio es anticipar la verdad que acontecerá. Y no sólo eso, condicionar el cambio futuro significa dar forma a la verdad que está por venir. Con Heráclito sabemos que este mundo cambia sin cesar, que nuestros cuerpos mutan, que nuestros pensamientos son extraños a la inmovilidad y que, en definitiva, nada es ajeno al cambio. Y los seres humanos quieren ser dueños de tal verdad, no al modo de Heráclito que sólo la poseía “intelectualmente” en tanto reprochaba la hybris9, esto es, la «desmesura, medirse con los dioses»10. Los seres humanos juegan a ser dioses cuando tratan de domesticar el cambio, lo quieren domar y convertirse, de este modo, en amos del devenir. Dicho de otro modo, los seres humanos quieren tener en sus manos el fuego de Heráclito, pero, por añadidura, quieren vaciarlo de logos y poner en su lugar sus razones, sus ideas, sus aspiraciones humanas, demasiado humanas. Los humanos, en efecto, no sólo quieren tener la verdad, quieren crearla a su medida. Y esto último es pura y dura hybris.

1Nietzsche, 2004. B.97.

2Marzoa, 2013. B.89.

3Ibíd. B.41.

4Nos sugiere Heidegger que esa oscuridad proviene, probablemente, de un pensamiento tan inicial que se nos hace, de algún modo, incomprensible. Además, se tiene que añadir que sólo se puede entender el pensamiento griego si se piensa «a la manera griega».

5Nietzsche, loc.cit.

6Ibíd.

7«El reino físico constituye una amalgama de materia e ímpetu creativo (poiesis) precisamente porque existir es devenir, y Heráclito será también el primero en proponer que la contradicción no induce parálisis, sino actividad» (Escohotado, cf. nota 40).

8Ibíd.

9«Es preciso extinguir (la) ὕβρις, más que (un) incendio» (B.41. Marzoa, 2013).

10Marzoa, loc.cit.

La verdad del λόγος

Heráclito de Rafael

Heráclito reconoce un mundo en continuo e incesante cambio. ¡No hay nada estable!, se dice a sí mismo. Pero a pesar de la evidencia de que todo cambia, que todo fluye (Πάντα ῥεῖ), el ser (la realidad) sólo puede ser uno. Si todas las cosas son uno (el ser), necesariamente de ese uno tienen que salir todas las cosas. De esta forma, admitiendo la unidad del ser y, a la vez, reconociendo la existencia de un permanente cambio, el filósofo de Éfeso llega a la concepción de la unidad en la diversidad, de la diferencia en la unidad. Por tanto el monismo de Heráclito se concilia con el pluralismo. Ahora bien, el mundo como unidad en la pluralidad tiene un único principio, a saber, el fuego: todo sale del fuego, todo se compone de fuego, y todo se descompone en fuego: «este κόσμος, de todo el mismo, ni alguno de los dioses ni de los hombres lo hizo, sino que en cada caso ya era y es y será fuego siempre viviente, encendiéndose según medida y apagándose según medida»1. El fuego es falta y exceso, depende de una lucha sinfín y está en perpetua mutación. Tal como nos apunta Fraile, hay un λόγος que rige todas las transformaciones del fuego, y es este λόγος la causa de una armonía oculta universal.

El λόγος rige todas las transformaciones del fuego dando lugar a una armonía universal. Todas las cosas arrancan de un principio único (el fuego) y concurren en una lucha (de contrarios) que es la expresión del desarrollo de la propia realidad. Los hombres –asevera Heráclito– «no comprenden que lo diferente concierta consigo mismo y que entre los contrarios existe una armonía recíproca, como la del arco y la lira»2. En efecto, los hombres, a juicio de Heráclito, no se percatan de esa armonía porque no son capaces de captar el ser en toda su amplitud. Y no la captan por una suerte de pereza/inercia que les impide desvelar la armonía universal que, como a la propia φύσις, le gusta ocultarse (φύσις κρύπτεσθαι φιλεῖ): «la armonía invisible es mayor que la visible»3 (ἁρμονίη ἀφανὴς φανερῆς κρείττων). Esta incapacidad para percibir la invisible armonía que lo atraviesa todo no la “padecen” los hombres que están despiertos al λόγος: «”Los que están despiertos –escribe Heráclito– tienen el cosmos en común” (fr. 89). Los que están dormidos viven inmersos cada uno en su propio cosmos […]»4. Morey nos explica a través de Jaeger que Heráclito «es el primer pensador que no sólo desea conocer la verdad, sino que además sostiene que ese conocimiento renovará la vida de los hombres […] No tiene deseo alguno de ser otro Prometeo […]; más bien espera hacerles capaces de dirigir sus vidas plenamente despiertos y conscientes del logos de acuerdo con el cual ocurren todas las cosas»5. Ser conscientes del λόγος significa ser conscientes de que el λόγος hace uso de la “guerra (lucha)”6 para posibilitar la armonía: «de esta “guerra” entendida como enfrentamiento perpetuo de fuerzas contrarias tanto simultáneas como sucesivas, surge la armonía»7. Para Kirk y Raven es evidente que esta armonía universal (el elemento de ordenación de todas las cosas) debe ser comprendida –desde el punto de vista de Heráclito– por los hombres: «los hombres deberían tratar de comprender la coherencia subyacente a las cosas; está expresada en el Logos la fórmula o elemento de ordenación de todas las cosas»8. En definitiva, «la sabiduría consiste en entender el modo en que opera el mundo»9, esto es, la verdad apunta a un λόγος que posibilita la armonía universal por medio de una gestión de las transformaciones del fuego.

1Heráclito, B.30. Apud Marzoa, 2013.

2Diels, 22B51. Apud Fraile, 2015.

3Diels, 22B54. Apud Fraile, 2015.

4Morey, 1988.

5Ibíd.

6«La guerra es el padre y el rey de todas las cosas […]» Heráclito, fr. 53. Apud Morey, 1988.

7Morey, loc.cit..

8Kirk y Raven. Apud Morey, 1988.

9Ibíd.

Id más allá del Πάντα ῥεῖ

Heráclito de Rubens (1577-1640)La mayoría habla de mi doctrina como si ésta se sostuviera exclusivamente en el cambio. Repiten una y otra vez aquello del Πάντα ῥεῖ hasta la saciedad, como si tal cosa les legitimara para decir: yo escucho al Λογος. Pero no, quines así actúan son incapaces de comprender el Λογος. El Πάντα ῥεῖ, por sí solo, es incapaz de hacer ver de qué estoy hablando todo el tiempo. Si no vais más allá del Πάντα ῥεῖ, no podréis ver que la esencia de mi doctrina (y la esencia del Λογος) se encuentra en la mezcla de oposiciones. Hablo de una unidad en la variedad, de una lucha, de una eterna lucha. ¿Se me entiende cuando hablo de una eterna lucha?

Tenéis que ir más allá del «no es posible meterse dos veces en el mismo río»1 si queréis oír al Λογος y decir como el sabio: todo es uno2. Apartaos de aquellos que sólo hablan del Πάντα ῥεῖ cuando hablan de mi doctrina, pues en verdad los tales viven dormidos. Sólo así, tal como os digo, y no escuchando a nadie más que al Λογος (y, por qué no, al sabio), podréis contemplar una universal armonía que se oculta a la mayoría, a los que viven dormidos. ¿Armonía? Sí, ella está en todo, ella es unificación universal de contrarios. ¿Es que os lo tengo que decir con otras palabras para que os hagáis una idea de lo que estoy diciendo? Mirad, la realidad se despliega gracias a un movimiento de contrarios. Y en tal movimiento de contrarios hay lucha (guerra – πόλεμος): los contrarios son en la medida en que uno nace pereciendo el otro. Es por lo anterior que debéis ahora comprender que cuando digo Φύσις κρύπτεσθαι φιλεῖ3, estoy hablando de la referida lucha de contrarios, una lucha que constituye el mundo (κόσμος). Fijaos, ahí donde leéis Φύσις, leed surgir, y ahí donde se leéis κρύπτεσθαι , leed declinar.

1B91.

2«Sabio es que quienes oyen, no a mí, sino a la razón, coincidan en que todo es uno.» B50.

3B123.

Heraclitismo

Heráclito de Rafael

En el diálogo Crátilo, Platón define el heraclitismo de la siguiente manera: “Dice Heráclito que todo se mueve y nada permanece, y, comparando lo ente a la corriente de un río, dice que no podrías meterte dos veces en el mismo río”. Sin embargo, Aristóteles no está convencido de la tradicional interpretación heraclítea: “Es imposible que alguien piense que lo mismo es y que no es, como algunos creen que dice Heráclito” (Metaph. Γ. 1005 b 23-25).

Pero hablemos un poco de mí y de mi doctrina. Antes de todo, situémonos en el tiempo y en el espacio: Asia Menor, Éfeso, en torno a a los S.VI – V a.C. Ahí esto yo, Heráclito1, de carácter altanero, misántropo y melancólico. Lo cierto es que desprecio a la plebe2. En cuanto a mi filosofía y para ser breve: todo lo que me llega a través de los sentidos no es fiable del todo, pero éstos son imprescindibles para obtener sabiduría. La realidad es un mundo de continuo e incesante cambio en la que se desarrolla una obstinada impermanencia de las cosas. ¡No hay nada estable! Y la razón (λόγος), es la única (entidad) capaz de descubrir la verdad. En efecto, el λόγος corrige el testimonio de los sentidos. Y este λόγος, si es bien “escuchado”, hace “ver” que todo es uno3. Y siendo todas las cosas uno, necesariamente de tal uno tienen que salir todas las cosas. De esta forma, admitiendo unidad del ser y, a la vez, concediendo la existencia de un permanente cambio, llego a la concepción de la unidad en la diversidad, de la diferencia en la unidad4. Así pues, este monismo se concilia con un cierto pluralismo5. Con todo, la lucha de contrarios es esencial al uno: éste sólo puede existir necesariamente a partir de la tensión de los contrarios6. Se trata de una tensión de los contrarios que cobra realidad gracias al fuego que es principio (ἄρχε)7 de todas las cosas. Todas las cosas se transforman en fuego y el fuego en todas las cosas, siendo la totalidad de esas cosas siempre la misma: el ser uno.

1Me llamaban “el oscuro” porque mi modo de escribir se asemeja a las sentencias pronunciadas por los oráculos. Pero hay un motivo de peso por el cual yo escribo así, a saber, quiero evitar el menosprecio y las burlas de aquellos hombres ignorantes que creen entender las lecturas fáciles.

2«Fue proverbial en la antiguedad su carácter altanero, misántropo y melancólico. Lo representaban siempre llorando, en contraposición a Demócrito, que siempre estaba riendo. Despreciaba la plebe» (Fraile, 2015).

3«Hipólito, Ref. 9,1 DK 22 B 50 [b]: No escuchándome a mí, sino al lógos, es sabio reconocer que uno es todo» (Oñate, 2004).

4Copleston, 1994.

5Fraile, 2015.

6«Orígenes, C.Cels. VI 42 DK 22 B 80: Hay que saber que la guerra es común, que la justicia es lucha y que todo acontece por lucha y por necesidad» (Oñate, 2004).

7«B.64 Y todo lo gobierna el rayo”. El rayo es el fuego. Zeus es el que envía el rayo» (Marzoa, 2013). En cuanto a la noción de “principio” (ἀρχή , archē), debe tenerse en cuenta de que es de por sí una noción propia de Aristóteles «y que ningún autor presocrático las empleó nunca en sentido filosófico» (Grodin, 2006).