El filósofo se maravilla

lira

A juicio de Karl Popper, en la filosofía lo que importa no es el método, sino la sensibilidad para los problemas y la ardiente pasión por ellos, esto es, como decían los griegos: «el don del asombro». Asombrarse, maravillarse… ¿Pero de qué? «El filósofo se maravilla ante la «armonía invisible», que, según Heráclito, es «superior a la visible» […]»1. Esta armonía invisible constituye, por decirlo así, la unificación universal de contrarios, siendo tal unificación no otra cosa que una Φύσις que ama ocultarse: Φύσις κρύπτεσθαι φιλεῖ2 (“La naturaleza [la esencia] ama ocultarse.”3). Obsérvese la lucha de contrarios que se despliega en el seno de la Φύσις: Se enfrentan el surgir propio de la Φύσις y el κρύπτεσθαι que también es propio de la Φύσις y que podemos llamar -siguiendo los pasos de Heidegger- declinar.

¿Pero quién se puede maravillar ante la “armonía invisible”? Son pocos los hombres capaces de ser testigos de ella porque «[…] el Λόγος está siempre presente para el hombre, pero, igualmente, y la mayoría de veces, ausente»4, y es que, de hecho, «Heráclito sabe a su modo, pero de manera clara, de la extraña y tan frecuente ausencia del ser, siempre presente para el hombre»5. Son tan pocos los capaces de ver la “armonía invisible”, que «Heráclito se refiere constantemente a los “hombres” y “la multitud”, y no sólo desdeñosamente, como se ha interpretado, sino tratando de poner de manifiesto en qué consiste su ignorancia»6.Y Heráclito observa que él mismo es una excepción entre “la multitud”, esto es, él -como filósofo- ha tomado conciencia del orden armónico que hay detrás de todas las cosas -cosas cotidianas y familiares- «[…] como si estas se hubieran hecho transparentes»7. Entonces, en efecto, Heráclito se maravilla ante la “armonía invisible” mientras que “la multitud”, a causa de su ignorancia, «[…] no se fija en aquello con que se encuentra, ni lo nota cuando se le llama la atención sobre ello, aunque se imagine hacerlo»8.

1Arendt, 2002.

2B123.

3Heidegger, 2012 (I).

4Ibíd.

5Ibíd.

6Marzoa, 2013.

7Arendt, loc.cit.

8B17

Armonía invisible

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El devenir de las cosas se percibe gracias a los sentidos. Pero resulta evidente lo siguiente: Κακοὶ μάρτυρες ἀνθρώποισιν ὀφθαλμοὶ καὶ ὦτα βαρβάρους ψυχὰς ἐχόντων1. (Malos testigos [son] los ojos y los oídos para los hombres que tienen almas de bárbaros). No quiero decir con esto que tales hombres no vean las estrellas o que no escuchen la melodía de la lira. Lo que ocurre es que la mayoría de los hombres no son capaces de descubrir lo que hay detrás de esta φύσις porque su alma no está preparada para escuchar el Λόγος. Prestad atención a lo siguiente si queréis comprender: la φύσις es lucha, una lucha de contrarios que es a la vez unidad; es una lucha de presencia y ocultamiento. Dicho lo anterior, ahora podéis entender mejor esto: «Lo contrario, conveniente. {Lo contrario es concordante, y de los discordantes resulta la más bella armonía (y todo sucede por la lucha)}»2. En efecto, todo sucede por la lucha, y, por eso, Πόλεμος πάντων μὲν πατήρ ἐστι, πάντων δὲ βασιλεύς3. Pero obsérvese que esta lucha no se despliega en el caos, sino en una armonía que resulta invisible a la mayoría de los hombres. Ante esta armonía que sólo es visible al hombre que escucha el Λόγος, tal hombre se maravilla.

1B107.

2B8.

3Πόλεμος πάντων μὲν πατήρ ἐστι, πάντων δὲ βασιλεύς, καὶ τοὺς μὲν θεοὺς ἔδειξε τοὺς δὲ ἀνθρώπους, τοὺς μὲν δούλους ἐποίησε τοὺς δὲ ἐλευθέρους (La guerra es la madre de todo, la reina de todo, y a los unos los ha revelado dioses, a los otros hombres; a los unos los ha hecho esclavos, a los otros libres.) B53.