Desde la posición de Parménides se constata que en general los hombres se dejan engañar por un mundo de apariencias en el que las cosas son y no son. Los tales andan perdidos en los pareceres (δόξαι) porque no son capaces de des-ocultarla verdad con el pensar (νοεῖν). En los pareceres de los mortales (βροτῶν δόξαι) «[…] no hay verdadera solidez»1. El eleata sostiene que los entes son ilusiones que toman aquéllos como evidentes verdades, pero se engañan porque se les pasa desapercibido lo que no ven en lo ente y que es común a todas las cosas, a saber, el ser del ente. Los hombres están todo el rato sumergidos en la δόξα, esto es, no des-ocultan el ser del ente, o lo que es lo mismo, viven dando la espalda a la ἀληθείη. Y el ser (τὸ ἑόν) es, en fin, lo que hace posible…
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